martes, 26 de octubre de 2010

Y los judíos... de San Mateo

Mi abuelo Manolo es muy ingenioso a la hora de contar chistes. Lo hace con gracia y frescura, los justos a su justo tiempo. Desde luego tras tantos años de convivencia son muchos los que por uno u otro motivo me ha narrado. Puede ser algo que escuche en la radio o vea en la televisión lo que le motive a decirlos, y créanme cuando les digo que no suelen ser malos. Sin embargo uno de mis muchos problemas es que no soy capaz de memorizarlos y de una vez a otra se me olvidan, memoria de pez quizás. Sin embargo recuerdo, y ya hace de ello algunos años, como tras ver la salida en la televisión de la Hermandad de los Judíos de San Mateo comentó:

PROFESORA: ¿de dónde son los franceses?

JAIMITO: esa la sé señorita, de Francia.

PROFESORA: ¿de dónde son los alemanes?

JAIMITO: pienso que de Alemania.

PROFESORA: ¿y los judíos?

JAIMITO: está claro, los judíos de San Mateo.

Y es que esta iglesia situada en pleno casco histórico, de origen musulmán y una de las seis parroquias establecidas en Jerez de la Frontera tras la reconquista no puede entenderse sin su hermandad. Ni su construcción de caracteres románicos y góticos, ni las incorporaciones renacentistas y barrocas de esta obra de arte del siglo XV nos hace olvidar que dentro se encuentran dos de las tallas con más importancia dentro de la tradición y la devoción jerezana, el Santísimo Cristo de las Penas y maría Santísima del Desconsuelo.

Como iglesia parroquial conformó a su alrededor un barrio, situado en el extremo occidental del casco histórico, siendo, con respecto a la trama urbana, el elemento más importante en la articulación de espacios residenciales urbanos con otros industriales representados por las bodegas.

Al exterior son dos las portadas. La del lado de la epístola es mudéjar la de los pies, es de arco apuntado con gablete y queda flanqueada por dos agujas, a modo de contrafuertes, con nervios y remate de pináculos. Sobre ella corre una crestería horizontal.

Por dentro presenta una sola nave con tres tramos, más otro que actúa a modo de crucero, aunque no sobresale respecto al ancho de la nave y el del presbiterio. A esta única nave se abren diversas capillas laterales. A ambos lados de la cabecera se adosan dos torres, una rematada por chapitel piramidal y la otra mocha. Una espadaña de dos cuerpos que alberga tres campanas se levanta en el lado de la epístola. Las capillas laterales ofrecen variedad de abovedamientos. Pueden destacarse la bóveda de medio cañón con decoración de óvalos resaltados, de tipología renacentista, de la capilla del Cristo de las Penas, o la cúpula de 12 paños sobre trompas que cubre la capilla de la Virgen de la Cabeza.

San Mateo es también por su altura otro de esos rincones míticos de Jerez que acercan al ciudadano con el cielo, algo que no podría ser de otra manera ya que el atributo particular del apóstol y evangelista es un ángel, un hombre alado. Para acabar, en cierta forma lo considero mi patrón ya que según está escrito en la Biblia era recaudador de impuestos, para bien o para mal, una de las profesiones que, por mis estudios, se me abren en el futuro.

jueves, 21 de octubre de 2010

El toro y la Virgen: La leyenda del Socorro

Yo estuve allí y jamás olvidaré lo que ocurrió. Mis recuerdos, aunque ya lejanos en el tiempo, siguen frescos, nítidos... parece que fuera ayer. Y es que hijo, milagros sólo se ven una vez en la vida. Ni la tarde soleada, ni el suave viento de levante podrían imaginarse lo que en breve llegaría. La procesión marchaba silenciosa, sólo de vez en cuando turbada por los llantos de devotos que querían hacer testigo de sus desgracias a los presentes. Yo estuve allí . Ella, la Virgen María, la Madre de Dios contemplaba con orgullo aquella escena pues sea por devoción o por socorro los allí presentes se contaban por cientos. Recuerdo que con paso lento y seguro se adentraba en aquella plaza a la que llamaban de los 'Sombrereros'. Y entonces pasó: era una sombra oscura, gigante, endiablada, de largos cuernos y terrorífico rostro, cabalgaba sin control entre un mar de gritos y polvo. Ni las lanzas y astas que se exponían en las puertas de los comercios asustaban al animal. Yo estuve allí. Recuerdo como la gente corría y lloraba, lloraba y corría, nadie habría imaginado ese final, una muerte tan cruel, en aquella tarde soleada. Y yo hijo... yo sólo miré a la virgen y recé... y recé, pero no por mí ni por mi salvación, ni siquiera para me ayudara a cenar esa noche en el paraíso... yo recé por ustedes, por vuestra salud, por vuestro futuro... y es que hijo sois el tesoro más grande que jamás tendré. Y fue en aquel preciso momento, desvanecida ya toda esperanza, cuando la Santísima torció su cuello y firme e inflexible dirigió su mirada a aquella fiera que inmediatamente calló muerta a sus pies. Yo estuve allí. Nadie comprendía lo que había ocurrido. Los fieles miraron desconcertados el cuerpo sin vida de aquel toro bravo que tanto daño podía haber causado e inmediatamente a la Madre de Dios que lucía una extraña marca, una arruga, que sería testigo durante los siglos venideros de que en aquel Jerez de la Frontera de 1580 tuvo lugar un milagro que jamás olvidaré porque yo estuve allí.”

martes, 19 de octubre de 2010

San Marcos, Judería Jerezana

“Como está escrito en el profeta Isaías: Yo envío delante de mí a mi mensajero, para que prepare el camino. Voz que clama en el desierto: Preparad el camino al Señor.”

Con estas palabras inicia San Marcos Evangelista su evangelio, empezando su relato en el desierto y el río Jordán, razón por la que se le asocia con el león, pues a este bello animal se le consideraba rey de estos angostos parajes. Río que aparece plasmado en la tablilla pictórica del siglo XVI del bautismo de Nuestro Señor Jesucristo, ejecutada por las nobles escuelas y pinceles de Alejo Fernández, Cristóbal de Cárdenas y Juan de Mayorga; tablilla, que junto a otros 12 lienzos contemporáneos del anterior, que desarrollan escenas tradicionales de la vida de Jesús y Figuras Apostólicas, y una elegante arquitectura de madera dorada repleta de detalles decorativos del siglo XVII conforman un exquisito Retablo Mayor, pieza cumbre del rico ajuar del que presume la céntrica Iglesia de San Marcos, presidido por una pintura central que representa al mencionado evangelista, diseñada por el artista sevillano Rodríguez de Losada. Por encima de sus dos cuerpos principales, esta magnífica pieza barroca finalizada en el siglo XVII remonta un espectacular ático escalonado con tablas entre pilastras talladas que soportan una movida cornisa repleta de ornamentación. El conjunto se remata por grandes pináculos y escudos que se entremeten por los paños de la bóveda estrellada con que se cubre y remata el recinto.

Establecida en plena judería jerezana, la Iglesia, de estilo gótico y gótico tardío, ve su origen en la segunda mitad del siglo XIII, en el año 1264, pues junto con la Iglesia de San Lucas, la Iglesia de San Mateo y la Iglesia de San Juan de los Caballeros (los cuatro Evangelistas), la Iglesia de San Dionisio y la Iglesia del Salvador, constituyen las seis parroquias primigenias que en esa fecha se fundaran en la zona intramuros de la ciudad al efectuarse el Repartimiento por el rey castellano Alfonso X El Sabio tras la reconquista definitiva de Jerez en ese mismo año. La historia de la parroquia sin duda está estrechamente ligada a la historia de la ciudad, pues en ella se celebraron las Juntas presididas por el Duque de Medina Sidonia para acabar con los conflictos entre la nobleza jerezana.

La construcción del templo, erigido sobre una de las veintiocho mezquitas de la ciudad, puede fecharse hacia mediados del siglo XIV, como evidencia el estilo de su ábside poligonal y la portada mudéjar del lado del Evangelio, posiblemente lo más antiguo de la obra. Fue a mediados del siglo XV cuando se tuvo que emprender una profunda reconstrucción, concretamente hacia el año 1480, en estilo gótico tardío. Las referencias documentales a las obras de este proceso iniciado en 1480 hacen referencia a la construcción de la única nave que presenta la iglesia, de gran amplitud, con capillas adyacentes a ambos lados, siendo su cabecera simple de tres lados. Los cuatro tramos de la nave, al igual que la Sacristía, se cubren con una magnífica bóveda estrellada del siglo XVI, de mayor complejidad decorativa tanto en la cabecera como en el primer tramo.

De las capillas del templo destaca el repertorio de formas mudéjares que en ellas se cuentan, estandarte de la arquitectura medieval jerezana. En la nave de la Epístola nos encontramos con la Capilla de los Picaños, una capilla funeraria donde yacen enterrados ilustres jerezanos como Diego Fernández de Herrera. Esta cubierta con bóveda de crucería, con nervios decorados con dientes de sierra. La Capilla Bautismal, en el lado del Evangelio, posee un arco de ingreso de medio punto, enmarcado en alfiz con impostas decoradas con mocárabes. Su planta es hexagonal y se cubre con una cúpula gallonada decorada con arquillos que descansan sobre trompas. La clave es una estrella de ocho puntas. La Capilla del Sagrario es una obra barroca realizada en la segunda mitad del siglo XVIII, que presenta una reja, donde figura una inscripción con la fecha de 1795, y un retablo, ambos de estilo neoclásico.

Exteriormente la iglesia es muy sencilla, y presenta tres fachadas con una portada principal, a los pies del templo, de estilo manierista del siglo XVII, resuelta con pilastras almohadilladas que embellecen sendos laterales de la puerta de entrada, enmascarada superiormente por un frontón recto sobre el que descansa una hornacina centrada en el mismo. La fachada de la Epístola posee un arco apuntado de ingreso con intradós de dovelas almohadilladas. Sobre él un alero horizontal con modillones de origen califal.

Céntrica Iglesia de San Marcos, que cada Lunes Santo se tiñe de rojo y de blanco, hace resonar sus campanas y conforma, con su barrio, el epicentro de un enclave señorial de velas, ángeles, ciriales, tambores, trompetas y trombones nazarenos, todos acompasados con el suave y lento procesionar del Sacramento de Sacramentos, que con su vino y su sangre, evangeliza, en la Semana de Semanas, a los cofrades de Jerez, pidiéndonos Paz, mientras nosotros contemplamos afligidos.

martes, 12 de octubre de 2010

San Lucas, entre el arte y la devoción

Retomamos para nuestro blog la temática con la que acabábamos el curso pasado y hasta finales de mes seguiremos hablando de lo mismo. La historia de las Iglesias importantes de Jerez de la Frontera es un tema que nos gusta tratar porque, a fin de cuentas, todos oímos acerca de ellas, pero no muchos saben dónde se encuentra, qué hay allí o por qué se llaman así. Recuerdo, hace ya algún tiempo, cómo se nos ocurrió a los creadores de la página hablar de ello. Todo ocurrió mientras observábamos desde la puerta principal de la Catedral de Jerez tanta belleza en formas de campanarios y cúpulas: “Allí está San Mateo, esa otra es San lucas, más a la derecha San Juan de los Caballeros, San Marcos también se ve y San Miguel...”. Esa fue la excusa por la que nos pusimos a trabajar para, en la medida en que nos lo permiten nuestros conocimientos, hacer que el pueblo jerezano sepa apreciar el gran patrimonio que tiene en las calles de su casco más histórico.

Así pues en el día de hoy hablaremos de aquella construida en 1248, que experimentó grandes modificaciones durante el barroco, San Lucas. Es una de las Iglesias del repartimiento, tras la Reconquista de la ciudad por parte de Alfonso X El Sabio. Está asentada sobre una de las mezquitas del antiguo Jerez andalusí.

La Iglesia de San Lucas está enclavada en la plaza del mismo nombre. Podemos observar la cubierta a dos aguas y la torre fachada rematada con una espadaña del siglo XVIII. Sólo se puede considerar primitiva la puerta principal, abocinada y moldurada con baquetones. En su origen parece que constituía un cuerpo saliente, rematado con frontón triangular. La portada del Evangelio es abocinada con arco apuntado; el intradós del arco está decorado con arquillos polilobulados en cuyo interior hay hojas de parra.

El interior fue transformado en el siglo XVIII con yeserías que enmascaran la obra primitiva mudéjar, como ocurrió en la iglesia de San Dionisio. Está dividida en tres naves separadas por pilares sobre los que voltean arcos de medio punto, que cubren los arcos apuntados de ladrillo con decoración de arquillos entrelazados; cubierta por falsas bóvedas tardogóticas en la nave central y de arista en las laterales, que cubren la primitiva cubierta de madera.

El ábside es poligonal de raíz mudéjar, teniendo un número par de lado. El presbiterio se cubre con bóveda de nervaduras con espinazo central; las pinturas son del siglo XVIII. El antepresbiterio posee cubierta de crucería simple con decoración de dientes de sierra y claves de madera dorada del siglo XVIII. De este mismo siglo es el retablo mayor.

En la cabecera la nave central se comunica con las naves laterales mediante arcos apuntados con decoración de arquillos entrecruzados y dientes de sierra. La capilla de Santa Ana en la cabecera del evangelio, se cubre con cúpula, añadida en el XVIII, que asienta sobre trompas de semibóvedas de arista y decoración de cabezas de clavo. La cabecera de la epístola se cubre con cúpula sobre pechinas, fruto de la reforma barroca, pero desde un cuarto anejo a la Sacristía se puede observar la cubierta primitiva de bóvedas de crucería con dientes de sierra. Ambas capillas poseen un retablo del S.XVIII.

De tipo mudéjar es de resaltar la capilla de Ánimas, cuyo ingreso se realiza a través de un arco apuntado enmarcado en un alfiz y escudo nobiliario en la clave. Se cubre con bóveda esquifada de cuatro paños, que parece de una reforma posterior. Posee un retablo de ánimas atribuido al taller de Pedro Roldán.

Por último me gustaría acabar con una anécdota encontrada “dando vueltas” por internet, y es que San Lucas es patrón de pintores, doctores, cirujanos, solteros, carniceros, encuadernadores, cerveceros y notarios. Todo bastante lógico cuando tu signo es un ternero o buey.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Otoño Jerezano

La rutina se aproxima a nuestras vidas a pasos agigantados; el calor va cediéndole el sitio al frío; lo que antes permanecía seco y muerto, ahora resucita con la llegada de las lluvias; y los racimos de uva palomino ya están listos para ser pisados, produciendo el primer mosto de la temporada. Es en estos momentos del año en los que nuestra tierra y sus habitantes reafirman su sentir jerezano, volcándose en la calle con una virgen cuya grandeza no cabe en un trono tan pequeño, una virgen que al igual que su pueblo es sencilla y morena, la Virgen de la Merced, nuestra Patrona. Por alguna extraña razón, en torno a los 24 de Septiembre algo suele suceder que convierte en especial y señalada esa fecha en el calendario. Nuestra vida cambia cada 24 de Septiembre y, de hecho, así ha ocurrido tanto con la de mi compañero Paco Antonio como con la mía, ofreciéndonos ser las voces y los rostros del programa “Luna de Nisán” de la página www.sentimientocofrade.net. Es un orgullo y un privilegio poder estar a los micros de un proyecto tan interesante. Por eso, ya que mi compañero ha escrito sobre La Virgen Morena, es justo que yo lo haga sobre la Virgen del Socorro y San Dionisio, Copatrona y Patrón de nuestra ciudad, no sólo en señal de agradecimiento sino por la proximidad de ambas festividades.

Cuenta la tradición popular que el título del Socorro fue otorgado por el propio pueblo, ya que a esta imagen se le atribuían gran cantidad de milagros, sobre todo localizados entre los siglos XVIII y XIX. El más conocido de ellos ha sido representado en el techo policromado que lució el palio de Nuestra Señora el pasado 2 de Octubre y se conmemora en el nuevo azulejo del Socorro que luce la Plaza de la Yerba. Al parecer, en el año 1580 un toro se escapó de la calle Corredera y, al mismo tiempo por la calle Lancería transcurría una procesión de la Virgen. Al ver que el toro se hacinaba en torno a sus fieles la virgen volvió el rostro hacia el animal, en respuesta al auxilio que los devotos le suplicaban, y la res quedó muerta a los pies de la imagen. Dicho milagro dejó una marca en el cuello de la talla en forma de una especie de arruga.

Se trata de una imagen anónima del siglo XVI de candelero, o bastidor, realizada en barro cocido policromado y concebida para el procesionar, aunque en sus orígenes fuera de advocación gloriosa. Cabe destacar que presenta un tamaño inferior al natural, característica común en muchas tallas de la época. De ojos grandes de cascarilla, mirada gacha y rostro ovalado, dotándole de cierto aire juvenil de Madre que le hace desprender gran ternura al que contempla su bella estampa y semblante. En 1610 el pueblo de Jerez le votó solemnes fiestas y, debido a la devoción unánime que le profesaban sus fieles, fue nombrada Copatrona de la Ciudad.

Su primera casa fue la Capilla de San Ildefonso hasta finales del siglo XVI. Fue en el siglo siguiente, aunque la fecha exacta se desconoce, en que pasa a ubicarse en la Parroquia de San Miguel e incluso llega a procesionar como Dolorosa en la Hermandad del Crucifijo de la Salud. En 1817 la imagen ya se encontraba en el Templo de San Agustín, y un siglo más tarde, debido al derribo del templo, la imagen fue llevada a la Colegial, donde permanece guarnecida hasta el día de hoy.

De la misma manera, en una céntrica parroquia, antigua mezquita de una Jerez mora, construida en 1457, en estilo gótico mudéjar, se encuentra al lado derecho del retablo mayor una efigie venerada de nuestro querido patrón, San Dionisio.

El motivo del patronazgo está bien claro. Tras reconquistar el 9 de Octubre de 1264 la ciudad de Xerez a los moros tras una sublevación, el Rey Alfonso X el Sabio ordenó la construcción de ocho templos, seis de ellos utilizando anteriores mezquitas. Consistían en las dos Capillas Reales de Santiago y San Miguel, que según la leyenda ayudaron a ganar la batalla anterior a la conquista de la ciudad; cinco iglesias con las advocaciones de los cuatro Evangelistas y San Salvador (la actual Catedral); y una Parroquia en su honor, siendo su advocación San Dionisio, santo designado por el monarca como el patrón de la ciudad, por el hecho de haber sido conquistada la ciudad en tal mencionado día.

Dionisio de París llegó a Francia hacia el 250 ó 270 con el fin de evangelizarla, llegando a convertirse en el primer obispo de la capital gala. Fue martirizado en el 272, ya que según se narra en sus crónicas, tras ser decapitado anduvo durante seis kilómetros con la cabeza en sus manos. Al término de su trayecto, entregó su cabeza a una piadosa mujer descendiente de la nobleza romana, llamada Casulla, desplomándose en el acto. En ese punto exacto se edificó una basílica en su honor, llamándose la ciudad actual Saint-Denis, en su honor.

Por nuestros santos y benditos patrones, para que todos los otoños de nuestra vida nos sintamos orgullosos de ser y sentirnos jerezanos, de los pies a la cabeza.