jueves, 8 de julio de 2010

El Baloncesto de Luto

Han pasado ya algunos días y no se me quita esta sensación que me comprime el pecho y me impide respirar bien. Una llamada telefónica cambió la que a priori hubiese sido la última tarde de estudio de un junio que parecía nunca acabar. Me extrañó que Álex Nieto, nuestro capitán, me llamase a eso de las tres de la tarde, pero quién podría imaginarse la noticia que me iba a dar: “Paquito, Toa ha muerto”. Como siempre en esas situaciones uno no acaba de reaccionar, no lo cree. Tras unos minutos de desconcierto, de nervios, sigo la cadena telefónica y llamo a algunos amigos que necesitan saber lo que ha acaba de pasar. Todos reaccionan de la misma manera: no puede ser...

Es un tópico decirlo, lo sé, pero es imposible sacarle defectos a Toa Paterna. Desde que me lo presentara José Pedro Díaz, quien trabajó codo con codo durante los tres últimos años con el gran entrenador, supe que era una persona diferente. Al hablar con él no se interesaba tanto de cómo me iba deportivamente, que también, sino de cómo marchaban mis estudios, si mi familia estaba bien, qué libro acababa de leer o qué película me recomendaba para este fin de semana. Sin duda alguna alguien peculiar.

Pensar en Toa es pensar en baloncesto. Amante, novio y marido del deporte de la canasta. Muchas horas del día las dedicaba a su trabajo y a su hobby. Siempre aprendía cosas nuevas, siempre lograba transmitirnos lo que debíamos hacer cuando teníamos que hacerlo. Nadie en este mundillo logrará olvidarlo.

Fue un luchador constante, en todos los aspectos, al que no le gustaba perder, siempre dando lo mejor de sí en todo lo que se proponía emprender. Para llevarlo a cabo empleaba muy a menudo aquel viejo tópico latino: 'Carpe diem'. Ese afán de aprovechar absolutamente cada segundo de tu vida te convierte en alguien especial.

Aunque en la calle la corrección y los modales eran marca típica de su manera de ser, reconozco que me he ganado algunos gritos y enfados por entrar a canasta cuando no debía o no darle el balón al compañero desmarcado, pero a la siguiente jugada ya se le había olvidado todo y pensaba siempre en su presente, en este ataque. Esa es otra de las grandes virtudes de Toa, era un modesto en un mundo gobernado por él.

Aunque de Toa lo que se me quedará para siempre en la memoria, inmortal y perenne, será el trato de calor y de cercanía del que siempre hacía gala. Psicólogo en la calle y en la cancha, entrenador y familiar cercano, conocido y a la vez amigo, así era Toa.

Él me dio la oportunidad de vivir uno de los años más importantes en mi formación como persona. A pesar de todos los problemas del ‘curso baloncestístico’ 2008-2009, siempre conseguía hacernos trabajar y luchar por aquello que nos importaba, nuestras familias, nuestras ciudades y nuestros sueños. Podríamos definir a ese equipo como ‘una gran declaración de amor’ en la que siempre reinaba la amistad, el cariño y el respeto al compañero. Eso es sin duda lo que nos ha permitido vivir los mejores años del deporte de la canasta en nuestra querida ciudad.

Y es por todo eso por lo que me he atrevido a rendirle un sencillo homenaje, también en nombre de mis compañeros, a un hombre sencillo; porque demostró que desde el amor es más fácil alcanzar los objetivos; porque somos muchos los que le conocíamos y queríamos; porque el baloncesto en Jerez le debe más de lo que muchos piensan; porque nos ha hecho vivir momentos que nunca olvidaremos; porque aún no se me quita esta sensación que me comprime el pecho y me impide respirar bien... Hasta siempre, Toa.