jueves, 4 de noviembre de 2010

Érase una vez un Padre de Jerez

Y llegó Noviembre. Un mes triste en el calendario. El más triste. Un mes sin fiestas, sin celebraciones…, un mes de luto. Un mes en el añoramos a los que ya no están; a los que se fueron una vez, para no volver; a los que alcanzaron la gloria; a los que se marcharon siendo santos en la tierra para pasar a ser nuestros ángeles de la guarda en lo alto. Un mes de viejas fotos que reaparecen misteriosamente tras permanecer largo tiempo escondidas en baúles repletos de polvo; un mes de lagunas en rincones olvidados de nuestra memoria para vagamente recordar a los que en su día vivieron junto a nosotros y, por desgracia, sentimos como, sin nosotros quererlo, se iban siendo imposible que los acompañáramos.

Es por ello por lo que, queridos lectores, iniciamos una nueva temática de artículos, titulada “Personajes Ilustres”, con la que queremos recordar a aquellas excelentes personalidades de otros tiempos que, al igual que nosotros, se sentían orgullosos del Jerez pasado; todo ello desde la perspectiva histórica que nos caracteriza. Así pues, iniciemos nuestro memorial, recordando la prestigiosa figura del célebre escritor y periodista Padre Luis Coloma.

Luis Coloma Roldán nació en Jerez de la Frontera el 9 de Enero de 1851, en una familia de bien, encabezada por la figura paternal de don Ramón Coloma Garcés, afamado médico de nuestra ciudad, casado con doña Concepción Roldán, madre del escritor. Se decanta por los estudios Derecho. La crisis revolucionaria de 1868 le influyó decisivamente, convirtiéndose en acérrimo defensor de la causa Alfonsina en multitud de ámbitos: como redactor de un periódico madrileño, en sus artículos en la revista El Porvenir, de nuestra ciudad, en círculos y tertulias literarios y políticos; todo ello clave para su afamada novela Pequeñeces, que censura de forma agria y virulenta la aristocracia durante la época de la Restauración Alfonsina, donde intrigas y sociedades secretas constituyen el fondo de la novela.

En este contexto tiene lugar un incidente que cambiará radicalmente su vida, una herida de bala en el pecho que le produjo el disparo de un revólver mientras lo limpiaba. Coloma vio la muerte de cerca, y en sus reflexiones decidió que debía ingresar en la Compañía de Jesús. Así pues, el 5 de octubre de 1874 marcha a Châteaux de Poyanne, estudiando el noviciado hasta 1877, ejerciendo la docencia hasta 1885 en distintos centros jesuitas, hasta que el 2 de febrero del año 1886 se produce su inclusión definitiva a la orden; contándose hasta la fecha en su haber literario producciones como Solaces de un estudiante, redactado bajo la tutela de Fernán Caballero; Lecturas Recreativas, que incluye cuadros de costumbres, cuentos infantiles y de tipo político – sociales y relatos breves, entre los que caben citar Ajajú o La Gorriona, perfilándose como excelente narrador de cuentos, como el inolvidable Ratón Pérez.

Al finalizar la década de los años noventa publica Retratos de antaño (1895) empresa que Coloma llevaba en mente desde hacía dos décadas, tal como confiesa a su amigo el duque de Luna en la dedicatoria que figura al frente de la obra. En el año 1898 publica La reina mártir y en 1903, el Marqués de Mora, semblanza de este personaje. Corpus de relatos históricos que se completa con Jeromín, la más popular después de Pequeñeces. En los albores del siglo XX publica también obras de relativa importancia, aunque silenciadas por la crítica, como la Historia de la sagrada reliquia de San Francisco de Borja (1903), ensayos críticos como con motivo de su ingreso en la Real Academia Española en el año 1908.

El día 10 de junio de 1915 el Luis Coloma Roldán falleció en Madrid a los sesenta y cuatro años de edad. Cuentos como Periquillo sin miedo, Ratón Pérez o La Gorriona conforman la esencia y alma de su legado literario, imprescindible no sólo para la historia del cuento español, sino para la historia y el pueblo de Jerez, pueblo que siempre lo recordará como el querido Padre Coloma. Y colorín colorado, este artículo se ha acabado.

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