domingo, 12 de diciembre de 2010

Villancico: el cante de la hoguera

“El sueño va sobre el tiempo flotando como un velero, nadie puede abrir semillas en el corazón del sueño”, ya lo dijo Lorca y posteriormente Camarón en una tremenda adaptación musical del conocido poema. Parece que fue ayer cuando estábamos, los amigos de siempre como siempre, de aquí para allá de una zambomba a otra y de esta fiesta a aquella. El tiempo pasa y volvemos a hacer lo mismo un año después. Nosotros hemos cambiado, la comida y la leña de las candelas, los lugares y los instrumentos también, pero hay algo que se mantiene constante, helado, rígido, incorregible año tras año, son los villancicos. “Calle de san Francisco”, “A la orilla verde”, “Los peces en el río” han acompañado a muchas generaciones de familias que navidad tras navidad se juntan para celebrar que la vida sigue y puede ser maravillosa.

Pero no siempre los villancicos fueron cánticos a la navidad o al nacimiento del niño Jesús. Si nos remontamos a los siglos XV o XVI, estas composiciones musicales y poéticas eran de carácter profano con estribillo, de origen popular y armonizadas a varias voces. Compositores notables de estos antiguos villlancicos, entre comillas, fueron entre otros Juan del Enzina, Pedro de Escobar, Francisco Guerrero, Gaspar Fernandes y Juan Gutiérrez de Padilla.

Surgieron durante el renacimiento como una evolución de formas musicales populares mucho más antiguas. Su nombre tiene probablemente su origen en que se trata de composiciones cantadas por los villanos o habitantes de las villas. Eran cantados en fiestas populares siendo los principales temas los acontecimientos recientes de la región.

La estructura básica del villancico la forman dos elementos: el estribillo y las coplas. Los versos son hexasílabos u octosílabos y componen un estribillo inicial, a veces con introducción, que consta típicamente de tres o cuatro versos que se repiten a lo largo de la obra, y unas coplas, divididas a su vez en dos mudanzas y una vuelta. En su forma clásica en el villancico marca la pauta, la melodía del canto apoyada por un acompañamiento en tono grave que forma un buen soporte armónico por parte de las voces internas; el registro superior es el que lleva asociado el texto, el cual sigue la melodía en modo silábico; el cierre de los versos corresponde generalmente a las diversas cadencias.

La vida es así. Las estaciones pasan tan rápido como las amistades y los amores. Los veranos me saben a playa y mar, las primaveras a incienso y albero, los otoños a castañas asadas y los inviernos a candelas y villancicos.

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