miércoles, 28 de abril de 2010

Historia de una Feria Jerezana

Si observamos la evolución de la ciudad, desde que fuera tomada por Alfonso X el Sabio en 1255 hasta bien entrada la época del dominio cristiano a finales del siglo XV, queda de manifiesto la importancia de unas ferias en Jerez que se empezaron a celebrar allá por finales del cuatrocientos, con una intención meramente comercial, a las cuales asistían comerciantes de multitud de procedencias. Fue este monarca conquistador quien otorgara a Jerez el Privilegio de organizar dos ferias anuales, una en el mes de Abril y otra en el mes de Septiembre, en el año 1282.

Un documento del 13 de Septiembre de 1481 nos detalla el lugar donde acaecieran por aquel entonces estas fiestas, en la calle Feria, desde la Puerta Real (actual calle Consistorio) hasta la calle Francos, pasando por las Plazas de la Yerba y Plateros. Los vecinos debían poner lumbres en sus puertas tras el toque de la campana del alguacil, de lo contrario se les sancionaba con el tributo de doce maravedíes. El documento también hace mención a un Salvoconducto destinado a los feriantes, que reseñaba que durante el durante el transcurso de la fiesta mencionada y tres días adicionales no se les podía detener ni embargar bienes en compensación por las deudas que tuvieran con la Corona u otra persona, salvo que se produjese la misma en los días del festejo.

La feria de Jerez ha ocupado, a lo largo de su historia, multitud de localizaciones, la calle Feria, ya mencionada, el arrabal de Santiago, extramuros del convento de la Merced, e incluso en los al rededores del Alcázar tenía lugar la llamada Feria de Mayo, para venta y exposición de lozas y manufacturas.

Hablar de la feria de antaño implica detenernos en el papel importantísimo que juega en estas fiestas la figura del caballo jerezano, animal por el que se conoce la ciudad de Jerez internacionalmente, incluso antes de la fama que adquiriera con el vino. Es normal que en este tipo de festejos se enraizaran juegos hípicos y taurinos, de herencia medieval, en el siglo XVI en la Plaza del Arenal, muy próxima al recinto ferial de aquel entonces. De hecho, es la devoción del jerezano por tan espectacular animal la que propiciara la celebración de la Semana del Caballo a mediados del siglo XIX, semilla de la actual Feria del Caballo. En 1868, con la Feria con un marcado carácter equino y ganadero, se estableció el “Hato de la Carne” que en 1872 pasó a ubicarse en la playa de San Telmo y más tarde, en 1876, en la Cañada de Caulina, primera feria con alumbrado.

Es en 1902, siendo alcalde Julio González Hontoria, cuando se estudia la posibilidad de trasladar esta feria de ganados a unos terrenos propiedad del consistorio, aledaños del Paseo de Capuchinos, donde se construiría un gran parque, inaugurado el 14 de Septiembre. Al año siguiente se proyecta el primer trazado conformado por dos ejes principales, la Avenida de las Palmeras y la Calle Real. Se permite, además, la posibilidad de construir casetas permanentes por parte de particulares o sociedades. Dicho trazado ha sufrido varias modificaciones hasta alcanzar el diseño actual.

Parque González Hontoria que cada año se viste con las mejores galas, entre farolillos, bombillas y lunares, para lucir un aspecto de festejo, que habla de la grandeza del caballo, del fino, de nuestra feria y como no, del pueblo de Jerez, que con su fiesta se engalana, viviendo 8 días de ensueño. Que resuenen las sevillanas, las castañuelas y el flamenco en el cielo de Jerez, porque esta semana sobrevuela el Real un duende de picardía y jovialidad que imprime a nuestra fiesta un color y un carácter especial. Esta es la Feria del Caballo.

miércoles, 21 de abril de 2010

El muy Querido Pueblo de Trebujena

Desde muy pequeño he oído aquel dicho que reza: “nadie es profeta en su tierra”. Recuerdo muchos nombres de artistas, pensadores o escritores que tuvieron que abandonar su lugar de origen para triunfar, ser reconocido o, por qué no, mostrar unas ideas que muchos acusaron de necias. Ellos siempre recordarán esa segunda casa que les dio una nueva vida.
Algo así me ha pasado a mí este año. El baloncesto me da mucho y me quita bastante a la vez, pero como si de una declaración de amor se tratase, no puedo vivir sin él. Efectivamente tuve que emigrar de mi amado Jerez de la Frontera hacia ese pueblo situado a casi 20 kilómetros de distancia y créanme cuando les digo que no pude tomar mejor decisión.
Así que en agradecimiento por tanto que me ha dado dedico estas humildes líneas de nuestro blog a ese pueblo bello, querido y admirado. Gracias Trebujena.
Trebujena es un municipio de la provincia de Cádiz. Cuenta con una población de unos siete mil habitantes. Sus localidades vecinas son Jerez de la Frontera y Sanlúcar de Barrameda en la provincia de Cádiz y Lebrija en la provincia de Sevilla.
Fue conocida con distintos nombres como Tarbos, Colobona, Calduba, Trebiclana, Tarbissana, Tarbissona, Tarhacana, Tarbuxena, Trebuxena, Terra Buxena. Estos nombres por los que fue conocida Trebujena, son de raíz fenicia, griega, latina, árabe y castellana.
Trebujena cuenta con restos arqueológicos prehistóricos formando parte de un conjunto con gran número de asentamientos junto a las localidades vecinas situadas en las marismas del Guadalquivir. En concreto, son bastante comunes los silos excavados en la tierra, procedentes de la Edad del Bronce y del Calcolítico. En las afueras destaca la Cueva de Alventus, que tuvo una función funeraria y el yacimiento del cerro de las vacas. De la Edad del Cobre, destaca el Ídolo cilíndrico aparecido en el "cerro de las vacas" y que se encuentra en el museo arqueológico de Jerez de la Frontera.
Aunque los importantes restos arqueológicos encontrados evidencian la existencia de núcleos de población en la zona, los datos fidedignos más remotos se fechan en 1050, cuando la villa participaba en el comercio de aceite con Oriente Próximo. Más tarde fue conquistada por romanos y árabes. A mediados del siglo XIII fue conquistado por San Fernando para la Cristiandad.
El 21 de abril de 1494 el duque Don Juan se decide a poblar su lugar de Tribuxena, concediendo libertades y franquicias a quienes a él vinieran a vivir, la llamada “Carta Puebla”. El duque concede diez años de liberación de impuestos, que después prolonga hasta quince, a todos los que decidieran asentarse allí, así como un solar de unas determinadas medidas a cada poblador donde edificar una casa. El duque concede a los trebujeneros el derecho de organizarse en Concejo, en Ayuntamiento, y a ejercer su mandato sobre un territorio, que ya estaba determinado de hecho, pero que por la Carta Puebla se reafirma de derecho.
Estamos ante el nacimiento de Trebujena como municipio, como entidad política y administrativa, con una responsabilidad pública, el gobierno de un territorio, y un poder judicial de primera instancia. Alcaldes, regidores y mayordomo sería elegidos por sorteo cada año por San Juan, mientras que el cargo de escribano sería de designación ducal. Advierte el señor a su ciudad de Sanlúcar que deben respetar su mandato, bajo las penas y multas que pudieran ocasionarse si se incumpliera. De hecho, el cabildo sanluqueño no cederá en su empeño de hacer reconsiderar al señor duque su decisión, consiguiendo una especie de zona común, aunque de teórico dominio sanluqueño, en las marismas.
Trebujena deja de pertenecer al Concejo de Sanlúcar y se convierte en un concejo independiente. El título de villa, sin que exista una documentación cierta, puede suponerse que se concedió en los años mediados del siglo XVIII, poco antes de la desaparición del régimen señorial, a la vez que Sanlúcar ganaba el título de ciudad.
Trebujena es un pueblo que históricamente ha estado muy ligada a la viña y los vinos, destacando con diferencia sobre otros cultivos como los cereales, la remolacha, el olivo, etc. Pertenece al Consejo Regulador Denominación de Origen Jerez-Xérès-Sherry. En la actualidad la viticultura va en retroceso debido a la fuerte bajada de los precios de la uva, lo que está provocando el resurgir de los Tabancos o Tascas, que son bodegas donde particulares elaboran y venden sus propios vinos del año, el llamado "mosto".

jueves, 15 de abril de 2010

Las Cofradías de Semana Santa, Orígenes Devocionales y Religiosos

¿Cuáles eran las características de las cofradías originariamente? ¿A qué se dedicaban? ¿Cuáles eran sus fines, sus deberes y obligaciones? No sólo han existido y existen cofradías de Semana Santa (finales del siglo XV o del siglo XVI), sino que han sido de muchas clases, fines o tipos, y cada una ha evolucionado de manera distinta.

Pero lo que siempre ha sido una constante en las Hermandades y Cofradías, a lo largo de toda su historia, es el hecho de que todas han tenido, tienen y tendrán una apoyatura humana. Otro rasgo importante es que las cofradías son las instituciones más auténticamente laicales, dentro del seno de la Iglesia. La diversidad de estas cofradías procede de sus diferentes fines:

- La devoción y el culto. Son, sin lugar a dudas, las más antiguas y más numerosas en la Época Medieval, siglos XI, XII y XIII; el culto a María, constante desde el siglo XII; el culto a Cristo, desde los siglos XIV y XV; etc.

- El entierro de los difuntos.

- La atención de un hospital (cofradías hospitalarias). La cofradía se determina a fundar y atender un hospital.

Inicialmente una cofradía de Semana Santa o de Pasión es la asociación de fieles que une dos elementos: en primer lugar la contemplación de la Pasión y Muerte de Cristo y, en segundo lugar, la imitación de los dolores de Cristo en su Pasión y Muerte por medio de una penitencia pública que se concreta en la autoflagelación llevada a cabo durante la realización de la “Estación de Penitencia”. Éstos fueron los elementos constitutivos de este tipo de cofradías en su aparición durante el primer cuarto del siglo XVI.

Las cofradías de Semana Santa necesitaron de un clima teológico y devocional propicio para su fundación. En la historia de la devoción de la persona de Jesús podemos trazar una raya a comienzos del siglo XIII. Con anterioridad la devoción se fijó más en su carácter divino, Dios en la Tierra. Pero a partir del siglo XIII y, sobre todo, de la figura de san Francisco de Asís, se origina un nuevo camino: la devoción de la humanidad de Jesús. A lo largo de los siglos XIV y XV, se contemplará la Pasión y Muerte de Jesús, desde el prisma del dolor, el sufrimiento. Esta forma de ver la Pasión será la originaria de la penitencia, como imitación del dolor de Jesús. En concreto, algunos motivos fueron objeto de mayor contemplación y devoción:

- La Cruz. La Verdadera Cruz de Jesús, que Santa Elena hallaría en Jerusalén hacia el 335. La Cruz donde Cristo había vencido, cuya fiesta se celebraba en tiempo de Pascua de Resurrección. A finales del siglo XV se va a producir un cambio, de Cruz gloriosa y victoriosa vamos se va a convertir en una Cruz suplicio, signo que nos dice también el carácter penitencial de las Hermandades.

- La Sangre de Cristo. Junto a la Cruz, fue otro de los grandes motivos de devoción durante los siglos XIV y XV, especialmente, el fragmento de la lanzada: "…un soldado le traspasó el costado con una lanza e inmediatamente salió sangre y agua". Nos hallamos ante un milagro que revela la realidad del sacrificio y la divinidad de Jesús. La importancia de este pasaje es la concepción sacramental del mismo, ya que la teología antigua, en la época en que se originan las primeras cofradías, interpretaba la salida de la sangre como símbolo de la Eucaristía y la del agua como símbolo del Bautismo.

La devoción a la Sangre de Cristo es la que produjo el cambio de la devoción de la Verdadera Cruz gloriosa a la Verdadera Cruz pasionaria. Así, la mayoría de las cofradías de la Santa Vera Cruz y sus Crucificados aparecen como cofradías de la Santa Vera Cruz y Sangre de Nuestro Señor Jesucristo.

- Otras devociones similares difundidas durante los siglos XIII al XV influyeron en la aparición de las cofradías, tales como las Cinco Llagas, los Clavos, la Corona de Espinas, la Santa Faz de Cristo o las Caídas.

Para que sepamos un poco más acerca del legado que ha llegado a nuestras manos. Para que no lo desperdiciemos ni lo dejemos caer en el olvido. Para que, con nuestro trabajo y esfuerzo, consigamos que nuestras imágenes reluzcan con luz propia, por los siglos de los siglos. Amén.