jueves, 17 de junio de 2010

Quit ut Deus

Esta expresión hebraica quiere decir: “¿Quién como Dios?”, y alude al santo nombre del Arcángel San Miguel, el Jefe de los Ejércitos del Señor. Su representación iconográfica es la de un arcángel vestido de general romano, blandiendo una espada o lanza y derrotando, con ella, a un demonio o dragón, pues Miguel es el encargado por Dios para frustrar a Lucifer y sus planes. Este santo lo encontramos presidiendo la fachada principal de la segunda catedral de nuestra ciudad, la Parroquia de San Miguel. El porqué de su origen y su titulación van ligados a los orígenes de la jerezana Parroquia de Santiago, y ambos se deben a la leyenda, según la cual Santiago apóstol y San Miguel arcángel prestaron auxilio a los cristianos en una batalla anterior a la reconquista de Jerez. En memoria del acontecimiento, Alfonso X el Sabio levantó dos reales capillas, frente a las puertas del Real y del Olivillo, tituladas San Miguel y Santiago, que posteriormente darían lugar a los templos de que presume la ciudad en estos tiempos.
La Iglesia de San Miguel que conocemos actualmente empieza a ser construida a finales del siglo XV, concretamente en 1484, debido a la existencia de una placa en la fachada evangélica, por súplica de la ciudad a los Reyes Católicos, ya que la creciente feligresía del barrio rendía culto en la Real Capilla de San Miguel, mencionada anteriormente. Decir que su construcción se vio finalizada a principios del siglo XVIII, proceso que duró más de dos cientos de años, conjugando en el mismo, elementos propios de finales del gótico, del renacimiento como tal, así como de principios del barroco. Es notoria la influencia de la Catedral de Sevilla, puesto que su herencia está presente no sólo en su concepción, sino también en su forma, acabado, estructura, proporciones, debido a la intervención en el proyecto de grandes maestros sevillanos, como Francisco Rodríguez o Diego de Riaño.

De planta rectangular y porte catedralicio, el jerezano templo se divide en tres naves por pilastras, siendo la nave central más alta que las laterales. Las pilastras más cercanas a la cabecera, cubierta por una bóveda de crucería, son de estilo gótico con motivos florales adornadas con doseletes; las que se encuentran próximas a los pies de la iglesia son de mayor simplicidad. Continuando en el interior del templo, destaca el retablo mayor que preside la nave central, situado sobre el ábside de cinco lados. La realización es completamente en madera, policromada y dorada, y conjuga la transición del renacimiento al barroco. Fue diseñado y ejecutado en gran parte por el imaginero Juan Martínez Montañés desde 1609, y fue finalizado por su discípulo José de Arce.

La Capilla del Sagrario, construida entre 1718 y 1759, podría considerarse una iglesia, prescindiendo de la que la acoge en su seno, ya que se encuentra concebida en su totalidad y conjunto. De planta de cruz griega, con columnas pareadas de orden corintio, cubriéndose el centro con una cúpula octogonal y los brazos con bóvedas de cañón, se le atribuye a Ignacio Díaz, supervisando su diseño su hermano Diego Antonio Díaz.

Hablar, por último, de las tres monumentales fachadas que dan al exterior, de las cuales dos de ellas son de estilo gótico: la fachada del lado evangelio, dedicada al patriarca San José y finalizada en 1515; y la correspondiente al lado epístola, llamada de la Concepción. Diego Moreno Meléndez, arquitecto local bautizado y sepultado en esta iglesia, diseña y levanta la espléndida fachada principal, entre 1663 y 1702. Se estructura como torre-fachada organizada en tres cuerpos. El principal, que da acceso a la iglesia, se enmarca por dobles columnas jónicas con hornacinas, encargándose la elevación de alinear los conjuntos de columnas, definiendo éstos, en el segundo cuerpo, una hornacina presidida por una efigie del arcángel San Miguel. El último de los cuerpos, de planta octogonal, queda rematado por un vistoso chapitel revestido por azulejos en azul y blanco.

San Miguel, su plaza, su barrio, su torre, su belleza, su preciosismo, su perfección, su porte, su estampa… Es un todo que hace de esta iglesia un monumento único y, sobre todo, jerezano, con el que un pueblo se identifica. Por una vez puedo envidiar a los jilgueros, por tener el privilegio de contemplar firme la estampa del campanario de San Miguel, saeta que ensarta, jerezanamente, día tras día, los cielos de Jerez.

2 comentarios:

  1. Hola Selu, desde Colombia, en la diáspora, reviso tu blog para recordar los bellos rincones de nuestra ciudad. Espero que el descanso veraniego sirva para los autores de este blog a que se animen a completar la información sobre las iglesias jerezanas.

    Un abrazo,
    Manolo.

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  2. Buenas tardes Manolo. Si Dios quiere en pocos días el blog volverá a su rutina semanal de artículos, la cual, sin duda alguna, será retomada en el mismo punto en donde se dejó. Me alegro de que el blog haya ayudado a recordarte lo bella y grande que es nuestra ciudad.

    Un abrazo.

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